Introducción: la nutrición en la tercera edad

Con el paso de los años, las necesidades nutricionales cambian. A partir de los 60 años, muchas funciones del cuerpo comienzan a disminuir de forma natural, y ciertos nutrientes dejan de absorberse con la misma eficiencia. Factores como la pérdida de apetito, enfermedades crónicas o el uso prolongado de medicamentos pueden aumentar el riesgo de deficiencias nutricionales. En este contexto, los suplementos se convierten en aliados clave para preservar la salud y la calidad de vida en la tercera edad.

¿Por qué considerar suplementos a esta edad?

El envejecimiento afecta múltiples sistemas: el inmunológico, el óseo, el muscular y el cognitivo. A través de una alimentación equilibrada se pueden cubrir muchas necesidades, pero en algunos casos no es suficiente. Los suplementos ayudan a compensar esas carencias y a prevenir enfermedades comunes como osteoporosis, sarcopenia (pérdida de masa muscular) o deterioro cognitivo. No se trata de medicarse sin motivo, sino de apoyar el organismo con nutrientes esenciales.

Calcio y vitamina D: un dúo vital para los huesos

Uno de los problemas más comunes en adultos mayores es la pérdida de densidad ósea. El calcio es fundamental para mantener huesos fuertes, pero sin vitamina D su absorción es muy limitada. Esta última, además, fortalece el sistema inmunológico. La suplementación con ambos nutrientes puede ayudar a prevenir fracturas, caídas y osteoporosis.

Magnesio y salud muscular

El magnesio participa en más de 300 funciones en el organismo. En adultos mayores, su deficiencia puede manifestarse como fatiga, calambres musculares o dificultad para dormir. Su consumo regular, junto con una buena hidratación, mejora la función muscular, la relajación y la calidad del sueño.

Omega-3: corazón y cerebro protegidos

Los ácidos grasos omega-3 (EPA y DHA), presentes en pescados grasos y en suplementos como el aceite de pescado o de kril, tienen propiedades antiinflamatorias y protectoras del corazón. Además, se asocian con una menor incidencia de deterioro cognitivo, demencia y enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

Complejo B y vitamina B12

Las vitaminas del complejo B son esenciales para el metabolismo, la energía y la salud del sistema nervioso. La vitamina B12, en particular, suele estar deficiente en adultos mayores debido a una menor capacidad de absorción. Su deficiencia puede provocar fatiga, pérdida de memoria, hormigueo en extremidades y anemia.

Probióticos: el intestino también envejece

Con los años, la flora intestinal puede alterarse, afectando la digestión, la inmunidad y el estado de ánimo. Los probióticos ayudan a restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal, mejorando la digestión, absorción de nutrientes y la respuesta inmunológica general.

Antioxidantes para un envejecimiento saludable

La vitamina C, la vitamina E, el selenio y el zinc son potentes antioxidantes que protegen las células del daño oxidativo. Su acción ayuda a retrasar los signos del envejecimiento, refuerza las defensas y contribuye al mantenimiento de la piel, la vista y las funciones cognitivas.

Precauciones y recomendaciones

Aunque muchos suplementos son beneficiosos, no todos los adultos mayores deben tomarlos por igual. Es esencial consultar con un profesional de la salud antes de comenzar cualquier suplementación. Algunas vitaminas o minerales pueden interferir con medicamentos o no ser necesarios en ciertos casos. La calidad del suplemento, la dosis y la constancia también juegan un papel clave.

Conclusión

Los suplementos nutricionales bien seleccionados pueden mejorar significativamente la salud, la energía y la autonomía de las personas mayores. Son una herramienta para envejecer con dignidad, vitalidad y bienestar. Con el acompañamiento adecuado, pueden formar parte de un estilo de vida saludable y activo, incluso en la tercera edad.

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